Como humanidad enfrentamos innumerables desafíos y crisis de todo tipo. Lo llevamos haciendo desde que tomamos consciencia de nuestra identidad, no es algo nuevo…

Pero en estos momentos enfrentamos un triple desafío, cuya combinación proyecta un futuro inquietante a nivel global como nunca antes en nuestra historia ya que lo que está en juego es ni más ni menos que la propia existencia de la sociedad humana tal y como la conocemos en los últimos diez mil años.

En primer lugar una crisis de biodiversidad pavorosa que ya se denomina por la comunidad científica como la sexta extinción masiva. No hace falta que me extienda mucho en las consecuencias inimaginables que tiene esta primera crisis en nuestro futuro inmediato.

En segundo lugar una crisis climática provocada por la pesadilla del crecimiento ilimitado de nuestras economías. En 2024 hemos superado ya el límite del acuerdo de París de incremento medio de la temperatura del planeta de 1.5º. Miles de científicos están ya en rebelión cívica luchando en todo el mundo para que se escuche sus advertencias y se tomen medidas urgentes y decididas para descarbonizar nuestras sociedades.

Por ultimo, nos encontramos sumidos en una crisis energética sin precedentes fruto de haber sobrepasado el denominado “peak oil”, es decir, el punto máximo de extracción de petróleo y en consecuencia, el punto máximo de producción posible de todos sus derivados, imprescindibles para sostener nuestro actual “estilo de vida”. En especial la escasez de diesel, auténtico motor de la economía, ya ha paralizado varios países y amenaza seriamente las economías globales del mundo entero.

La conjunción de estas tres crisis pone en riesgo lo más básico que necesitamos para sobrevivir como sociedad, y no es ya ni el crecimiento económico, ni la competitividad, ni la innovación, ni siquiera el empleo. Lo que está en riesgo a corto plazo es el suministro de alimentos, de agua, de energía, de materiales básicos, etc.

Imagino que ahora mismo algunos estáis imaginándome como al típico loco subido a una caja gritando que viene el fin del mundo. Confieso que yo a veces me siento un poco así, pero alguien tan poco sospechoso de lanzar mensajes alocadamente catastrofistas como es el Secretario General de la ONU, el Sr. Antonio Guterres dijo recientemente que tenemos que elegir ya “entre la acción colectiva o el suicidio colectivo”.

Yo hace un tiempo ya pasé las diferentes fases del “duelo climático”: la negación (esto no puede estar pasando), la ira (está pasando y hay que ajusticiar a los culpables), la negociación (esto lo arreglará la tecnología), la depresión (esto ya no tiene arreglo) y por fin la aceptación, que no la sumisión. La aceptación que significa hacerme cargo de la situación y ponerme manos a la obra en lo que yo puedo hacer.

Pablo Aretxabala Pellón, Abogado y Consultor
Pablo Aretxabala Pellón

Abogado y Consultor / EUSKOASESORES
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