La semana pasada se celebraron las elecciones estadounidenses en las que ha vuelto a ganar Donald Trump.
Salvo que seas un marciano de visita en la Tierra, el tema habrá salido más de una vez en las conversaciones de café, en los eventos a los que has acudido o en la comida del domingo con tu familia.
Vivimos en un mundo globalizado y no hay nada con mayor impacto mundial que las elecciones en Estados Unidos.
Y en este contexto hay una pregunta clave. ¿Ha jugado la Inteligencia Artificial algún papel en la victoria Republicana?
Es decir, ¿ha habido algún sistema basado en Inteligencia Artificial que haya dado una ventaja a Trump en las elecciones?
Esta pregunta es muy relevante porque en la anterior victoria de Trump, en el año 2019, se descubrió que su campaña había utilizado los servicios de ‘Cambridge Analytica’.
Si no os acordáis del caso, os recomiendo que veáis el documental “El gran hackeo” (the Great Hack en inglés)
La empresa ‘Cambridge Analytica’, que en su web se ofrecía a marcas y políticos para “cambiar el comportamiento de la audiencia”, accedió a través de Alex Kogan (profesor de Cambridge) a miles de datos personales de usuarios de Facebook (265.000 de manera directa y hasta 50 millones de manera indirecta)
El truco estaba en que a través de un test de personalidad desarrollado por Kogan, la empresa era capaz de identificar aquellas personas que se encontraban en una zona “gris” respecto a su intención de voto.
Es decir, que con los mensajes adecuados eran susceptibles de ser convencidos de una opción política concreta.
Así que con esa información, ‘la firma desarrolló publicidad personalizada y noticias falsas que luego replicó a través de redes sociales, blogs y medios de comunicación para captar el voto de esos perfiles.
Un escándalo que hizo que Facebook perdiera en bolsa 37.000 millones de dólares en tan solo un día, la comparecencia de Mark Zuckerberg ante el Congreso estadounidense y una Comisión Parlamentaria en el Reino Unido.
Esto ocurrió en 2019.
Cinco años después y con el desarrollo que hemos tenido de la Inteligencia Artificial Generativa (IAG) en estos últimos años, parece que debería ser más fácil y de mucho mayor impacto generar mensajes para influir en el votante.
Y, sin embargo, ni durante la campaña, ni después, ha habido noticias sobre un uso generalizado de la IA para estos motivos.
El Washington Post publicó un análisis en el que mostraba que los ‘Tweets’ de los Republicanos eran mucho más virales que los de los Demócratas.
¿Ha sido la Inteligencia Artificial el arma definitiva para lograrlo?
Parece ser que el verdadero impacto ha venido, más que de la IA, del “efecto amplificador” de ciertos mensajes.
Normalmente extremos. Normalmente en contra del sistema. Que son capaces de calar en el votante.
Por lo tanto no ha sido el poder de la IA el que ha generado contenido tan atractivo, tan racional, que acaba convenciéndote de qué tienes que votar. Ni “deepfackes” capaces de hacerte creer mensajes que realmente no son ciertos.
Sino justo lo contrario. Mensajes sencillos. Generados por humanos.
Que luego son amplificados por un ejército de bots y cuentas falsas para generar la viralización del contenido.
Tecnología estándar.
Y, sin embargo, un fenómeno para el que la IA ha mostrado mucho campo de mejora.
Porque aunque los sistemas de detección de noticias falsas y bulos han avanzado mucho, siguen siendo insuficientes para combatir la desinformación.
Porque el punto clave de la desinformación no es la creación del contenido, sino el diseminarlo.
Y no hay una respuesta fácil para detectar estos contenidos falsos y eliminarlos.
Lo único claro es que la Inteligencia Artificial debe jugar un papel fundamental a favor de las democracias.
Encantado de tener una conversación.
Iñaki Pertusa Socio en DECIDATA

